Cualquier pretexto (o examen) es bueno para visitar la CDMX

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Cualquier pretexto (o examen) es bueno para visitar la CDMX 

Siempre ha habido algo de la CDMX que me atrae. Quizá, cuando menos parcialmente, de ahí viene mi deseo de estudiar la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos en la UNAM y no una de las casi 70 carreras que ofrece la Universidad de Guanajuato. En fin, mi papá siempre ha apoyado mis decisiones y esta vez no fue la excepción.  

Lo único que él me pidió fue acompañarme en todo el proceso y por supuesto accedí. Lo sentí como una especie de ritual de “XIX Años” que él quería hacer conmigo, ya que me negué a tener la tradicional fiesta cuando cumplí 15. Así que juntos hicimos mi registro en línea para el examen de admisión y juntos hicimos la búsqueda de hoteles en la Ciudad de México cerca del Zócalo. Buscamos hotel en el centro con la idea de caminar a los múltiples sitios de interés cercanos y luego de comparar varios, dimos con Zócalo Central. 

Mi hermanita Caro de 9 años, mi fan número uno, nos rogó que la lleváramos para no quedarse con la abuela y así quedó conformado el “Equipo de Suspirantes a la UNAM”, como nos bautizó mi papá.  

Me preparé para la prueba durante meses, así que cuando finalmente llegó el fin de semana indicado, yo estaba relajada y feliz de viajar a la CDMX con mi papá y Caro.  
El Centro Histórico y su Magia 
Llegamos al hotel Zócalo Central a eso de las 3 pm del viernes. Mi examen era el domingo, así que eso significaba que teníamos casi día y medio para disfrutar la CDMX. 
¿Cómo es el hotel Zócalo Central? 
Zócalo Central es el primer “hotel de ciudad” en el que me he hospedado. Ya antes habíamos salido de viaje a otros lugares: Vallarta, Cancún y Huatulco, pero la estructura y ambientación de los hoteles de playa es muy distinta a lo que vimos en la CDMX. 

Pues bien, Zócalo Central es un hotel muy elegante. En la entrada te recibe personal con traje y corbata, hay vitrinas muy vistosas con artesanías mexicanas y varios macetones con plantas que me encantaron. Me gustó en general la decoración del hotel, mezclaron algunos elementos de tipo colonial mexicano (que en Guanajuato son súper comunes en muchos edificios públicos y museos) y agregaron en varios puntos un tipo de iluminación que le da un toque moderno a las áreas. Muy chic todo. 

¡A explorar el Centro Histórico de la CDMX! 
Visitamos lugares padrísimos en la Ciudad de México, solo atravesamos la calle y ya estábamos en la Catedral, ¡es enorme e impresionante por dentro! También alcanzamos a entrar a Palacio Nacional (cierran a las 5 pm) para ver los murales pintados por Diego Rivera. Después caminamos hacia la Plaza de Santo Domingo, donde mi papá bromeó y me dijo que ahí podíamos comprar mi título ese mismo día, así no tendría que irme de Guanajuato para estudiar. ¡Ay, ajá, papá! Más que el título, a mí lo que me interesa es VIVIR la experiencia de Ciudad Universitaria. 

Después caminamos sobre la calle Madero y entramos al restaurante de la Casa de los Azulejos, ¡qué cosa! Después de comer muy rico, subimos al mirador de la Torre Latinoamericana, desde donde se aprecia una vista espectacular del Palacio de Bellas Artes y de la Alameda Central. Desde ahí se ven perfectamente los cerros que rodean al Valle de México y juntos vimos un atardecer muy lindo e inspirador. 

De vuelta en nuestro hotel del Centro Histórico, dormimos plácidamente para levantarnos temprano. 
Ciudad Universitaria, Xochimilco y Coyoacán 
Al día siguiente desayunamos en Balcón Central, el restaurante con terraza de Zócalo Central. Además de que la comida estuvo estupenda, disfrutamos una vista del Zócalo que no vamos a olvidar jamás, ¡qué bonito fue ver cómo los rayos del sol de la mañana iban dando color a cada edificio del centro! 

Luego, sin avisarnos adónde íbamos, mi papá condujo hasta la Torre de Rectoría de Ciudad Universitaria. Cuando llegamos, mi corazón se me quería salir del pecho. Creo que solo hasta ese momento cobré conciencia de cuánto iba a cambiar mi vida al entrar a la UNAM. Mi papá, Caro y yo recorrimos tomados de la mano los andadores del campus central y fuimos deteniéndonos para apreciar los murales que adornan varias torres. 

Después nos dirigimos hacia Xochimilco y en uno de los embarcaderos nos pusimos de acuerdo con otra familia para dividirnos el paseo en trajinera por los antiguos canales de este lugar. ¡Qué increíble que la antigua Tenochtitlán haya estado integrada por chinampas flotantes como las que ves aquí! Comimos quesadillas de masa azul deliciosas que preparó para nosotros una señora que viajaba en su propia trajinera. 

Al terminar nuestro paseo, mi papá nos llevó a Coyoacán. Sentados frente al kiosko nos contó cómo conoció aquí a mi mamá: Un sábado como este, cada uno de ellos paseaba con su grupo de amigos. En una de esas, formados para comprar un chocolate caliente en El Jarocho (hacía frío), intercambiaron miradas, palabras, números telefónicos y destinos. 

Facultad de Filosofía y Letras, ¡allá voy! 
Volvimos temprano a nuestro hotel en el Centro Histórico de la Ciudad de México, pero no para repasar, nunca he sido de estudiar muchísimo para los exámenes y menos un día antes. No, regresamos a Zócalo Central a eso de las 8:00 pm para descansar bien. Mañana haré mi examen de admisión y estoy segura de que me quedaré en la UNAM.  

Empiezo a quedarme dormida y solo una duda logra inquietarme lo suficiente como para hacerme abrir los ojos: ¿Con cuál de mis tías que viven en la CDMX podré quedarme cuando comience el ciclo escolar? ¿Mi tía Queta y sus 10 gatos encimosos o mi tía Chabela y su obsesión con la música tropical? 

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